CÁDIZ, TIERRA ENTRE MARES

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En el recodo entrante que forma la costa atlántica sobre el extremo sur-occidental de España, descubrimos la hermosa Bahía de Cádiz, sureña ensenada que acoge a la capital de la provincia: Cádiz, una tierra entre mares.

Erigida en un estrecho istmo bañado en todo su perímetro por las aguas atlánticas - salvo en el extremo sureste donde culmina la península - Cádiz dispone de un frente abierto compuesto de siete kilómetros de playas que destacan por su excelente calidad.
El viajero podrá disfrutar de su peculiar urbanismo racional, con calles estrechas, que contrasta con el tipismo de barrios como La Viña, Santa María o El Pópulo. Inmerso en el goce de sus calles, plazas y playas descubrirá la idiosincrasia insular que Cádiz propone en cada rincón cuando se otea el mar a diestra y siniestra.

En ese ensoñador transitar se puede llegar a sentir que se recorre una auténtica Habana Europea, pues no casualmente fue elegida plató de rodaje de la película "Muere otro día", perteneciente a la saga del legendario agente secreto James Bond, para sustituir a la genuina ciudad cubana. Y así suenan los versos de una canción: "La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es La Habana con más salero".

Cádiz histórica y cultural
Bucear en los orígenes de la ciudad más antigua de occidente supone sumergirse en el mito y la leyenda, donde se mezclan versiones sobre héroes del ciclo troyano  con el mismísimo Hércules, fundador de la ciudad. Sin embargo, encontramos un pasado más palpable que remonta su fundación al año 1100 a.C., cuando los fenicios convirtieron a la antigua Gadir en el centro de sus actividades económicas. Éste sería su emblemático cariz durante las sucesivas ocupaciones de cartagineses, romanos, en menor medida con godos y árabes, y recuperado con vigor tras la conquista de América.
Actualmente, el turismo en la ciudad gaditana se ha relanzado con la puesta en valor de diversas rutas guiadas que llevan a los viajeros al Cádiz de los siglos XVII y XVIII, época cumbre del comercio con América, y del que se heredó un casco histórico plagado de palacios, iglesias y torres miradores, que goza hoy de una destacable salud.
Para los amantes de la historia, se recomiendan las siguientes visitas: las Puertas de Tierra, el Teatro Romano, la Torre Tavira, la Catedral de Cádiz, el Oratorio de San Felipe de Neri, el Baluarte de La Candelaria, el Gran Teatro Falla y el Museo de Cádiz.

Otros deleites
La variada oferta de sol y mar está garantizada con las cuatro playas urbanas de Cádiz: la clásica y recoleta Santa María del Mar, antiguamente llamada la Playa de las Mujeres; una propuesta más salvaje da la playa de Cortadura, con un paisaje más silvestre de dunas desérticas; la tradicional playa de La Caleta - familiar por excelencia y quizás la más señera por encontrarse junto al barrio de La Viña - donde se asegura el deleite de un majestuoso atardecer; y, finalmente, La Victoria, que brinda garantía de calidad al ser la primera playa del mundo en certificar su escrupuloso respeto medioambiental en su gestión y uso, según la normativa ISO.

Pero otros placeres se entremezclan a la hora de conocer la ciudad gaditana, como degustar su especial gastronomía, haciendo un alto obligatorio en su tapeo clásico: el "pescaíto frito", sobre todo el del pescado de roca (lubina, dorada, lenguado estero). Y los visitantes estivales cuentan con la Ruta del Tapeo, para degustar las diferentes "Tapas Cádiz" que ofrecen los bares y restaurantes de la ciudad, donde cada local sirve su tapa especial junto a una exquisita copa de vino.

Pero si hay algo que embelesará al viajero que se acerque hasta esta ciudad austral, es la personalidad de los gaditanos, que con su inigualable calor hospitalario y su peculiar alegría de vivir cumplen la máxima de cualquier anfitrión que se precie: a su partida, sus invitados no piensan en otra cosa que en volver.